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“Mentiras, la serie” – Un homenaje kitsch, entrañable y explosivo a los ídolos pop de los 80´s

  • Foto del escritor: Bruno Israel
    Bruno Israel
  • 15 jun
  • 3 Min. de lectura

Por: Bruno Israel.

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Amazon Prime Video se atreve a traducir uno de los musicales mexicanos más entrañables a un formato tan ambicioso como desafiante: la serie televisiva. “Mentiras, la serie”, basada en la obra de teatro de culto escrita por José Manuel López Velarde, es un viaje nostálgico, exagerado y francamente divertido por el imaginario pop de los años 80 en México. Y aunque no todo brilla como lentejuela de show ochentero, el resultado es un fenómeno que merece ser visto.


ELENCO DE ESTRELLAS, ENTRE CARICATURA Y HOMENAJE

La serie está liderada por un elenco que mezcla perfectamente la comedia con el melodrama, y logra algo que parecía imposible: darle vida real (y televisiva) a personajes originalmente concebidos como arquetipos del musical.


  • Belinda como Daniela, inspirada evidentemente en Daniela Romo, es quizá uno de los grandes aciertos de la serie. No sólo canta, sino que actúa con una ligereza irónica que la aleja de la caricatura y la acerca al tributo. Su presencia escénica remite al glamour setentero que Romo cultivó, pero con una frescura millennial inesperada.


  • Regina Blandón como Yuri se roba cada escena. Su personaje, inspirado en la “Güera” del pop mexicano, es tan histriónico como entrañable. Blandón logra que la devoción de su personaje por Dios y los colores neón tenga sentido.


  • Mariana Treviño interpreta a Lupita, claramente un reflejo de Lupita D'Alessio. Treviño es un vendaval emocional, entre el histrionismo y la vulnerabilidad. Sus escenas son puñetazos directos al corazón, especialmente cuando su personaje canaliza las canciones de despecho como un grito de guerra.


  • Diana Bovio como Dulce ofrece una interpretación sobria pero entrañable, inspirada en la baladista Dulce, quien siempre fue la más contenida de las divas ochenteras, y eso se nota en la construcción del personaje.


  • Luis Gerardo Méndez como Emmanuel, basado en el icónico Emmanuel, mezcla su galanura natural con una dosis exacta de farsa. Es el hilo conductor de esta historia, el hombre misterioso cuya muerte da pie a toda la trama, y su personaje evoluciona con una soltura notable.


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LOS VERDADEROS ÍDOLOS: LOS AÑOS 80

La serie es un tributo sin reservas a toda una era: los años 80. La estética, los vestuarios, las coreografías y, por supuesto, el soundtrack —compuesto por temas de Mijares, Amanda Miguel, Rocío Banquells, Timbiriche, Daniela Romo y más— son protagonistas por derecho propio. Cada canción no solo es cantada, sino contextualizada, resignificada.


Uno de los detalles más disfrutables son los cameos sorpresa: ver a Daniela Romo interpretar la mamá de Belinda que guía a su “otra yo” es una delicia meta; Amanda Miguel tiene un momento glorioso y absurdamente dramático; César Costa y Guillermo Capetillo aparecen con guiños a sus propios papeles de galán, y hay incluso una aparición antológica de un personaje icónico como Catalina Creel, la gran villana de las telenovelas mexicanas, en una escena onírica que mezcla pop, terror y melodrama.

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DIFERENCIAS CON LA OBRA DE TEATRO

La obra teatral original se basa en una puesta íntima, casi minimalista, donde el poder está en las canciones y los diálogos veloces. En cambio, la serie se toma licencias narrativas, crea subtramas (algunas innecesarias), y explora más a fondo las vidas individuales de las protagonistas. Esta expansión funciona en muchos casos, aunque en otros se siente forzada o, al menos, desbalanceada.

La decisión de romper el molde teatral y darle profundidad dramática a personajes que en la obra eran más simbólicos es valiente. Sin embargo, el ritmo a veces se resiente, sobre todo en episodios donde se prioriza el drama personal sobre la chispa original del musical.

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ACIERTOS Y DESACIERTO

Lo mejor:

  • El casting femenino, simplemente perfecto.

  • La música: el soundtrack es una joya emocional.

  • El diseño de producción: puro kitsch ochentero con cariño y precisión.

  • Los cameos: un guiño sabroso para el fan de antaño.

Lo menos logrado:

  • Algunos diálogos forzados que suenan demasiado actuales para el tono nostálgico.

  • El ritmo irregular de algunos episodios intermedios.

  • Algunas subtramas innecesarias que alargan la historia sin aportar demasiado.

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VEREDICTO

“Mentiras, la serie” no es una adaptación perfecta, pero tampoco pretende serlo. Es una carta de amor a una generación, a un género (el melodrama musical), y a una época donde los sentimientos se cantaban a gritos y se vivían en technicolor. Quien la vea con el corazón abierto encontrará humor, drama, música y una nostalgia que no pide permiso.


No es una serie para tomarse en serio, pero sí para tomarse muy a pecho.

 
 
 

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